Páginas

sábado, 18 de mayo de 2013

Juego 15. ¿Por qué fue desterrada esta escultura?




La escultura de la foto se llama El Ampurdán. Oda Nova a Barcelona.
 
Está situada en el centro de uno de los parterres de los Jardinets de Gràcia, en el tramo del paseo de Gracia que situado entre la Diagonal y el barrio de Gracia. Esta zona se creó y fue ajardinada en 1929.
 
La obra es del escultor Ernest Maragall i Noble (1903-1991), el octavo hijo de los trece que tuvo el poeta Joan Maragall. De este artista es también el monumento alegórico La sardana (1970), instalado en los jardines de Montjuïc.
 
Fue creada en el año 1961, fecha del centenario del nacimiento de su padre e inaugurada en diciembre de ese mismo año por el alcalde Porcioles. El conjunto conmemora el poema de Maragall Oda a Barcelona.
 

          -On te’n vas, Barcelona, esperit català
           que has vençut la carena i has saltat ja la tanca
           i te’n vas dret enfora amb tes cases disperses,
           lo mateix que embriagada de tan gran llibertat?
           ...
 

 
El conjunto escultórico consta de dos mujeres tumbadas, una desnuda y la otra cubierta por una fina tela que marca sus formas de mujer. Están hechas en mármol blanco y su estilo es plenamente noucentista.
 
Pero poco después la obra fue desterrada a un rincón del Parque Cervantes, donde permaneció hasta 1985, cuando el alcalde Pascual Maragall, sobrino del escultor, devolvió la escultura al lugar original.
 
 
Y la pregunta que os propongo es: ¿por qué se quitó de su emplazamiento? Miradla bien, a ver si veis algo de especial en ella.
 
Si no encuentras nada que te llame la atención y tienes curiosidad, clica aquí o busca la etiqueta soluciones juegos.
 

viernes, 10 de mayo de 2013

Iglesia de Santa Anna


Os propongo lo siguiente: ir a Plaza Cataluña, comenzad a bajar por Puerta del Ángel, tomad la primera calle a la derecha, calle de Santa Anna y atentos hacia la mitad de la calle (en el nº 29), porque veréis, casi escondido, un portal que puede pasar desapercibido y desde el que asoma una floristería.
 
 
 
Entrad y, ¡oh sorpresa!, ante vuestros  aparecerá la plaza  Ramón Amadeu y la Iglesia de Santa Anna.
 
 
Después de haber pasado por el bullicio de esta zona, os asombrará la tranquilidad de este rincón.
 
“Es un lugar escondido, de las gentes y hasta parece que del tiempo, y se accede a ella desde una plaza rodeada por todos sus lados de edificios modernos y cuyas dos puertas, abiertas a través de las casas, una hacia la calle Santa Anna y otra al pasaje Ribadeneyra, se cierran por la noche dando más protección y misterio al lugar”.
 



 
Enfrente vemos la Iglesia, y la entrada al claustro. En la plaza destaca una antigua cruz de término (cruz de piedra, que suele estar ubicada cerca de la entrada de poblaciones, monasterios o al lado de los caminos y que tenían la función de dar la bienvenida o despedir a los viajeros y peregrinos) A la izquierda una plaza con bancos para tomar un descanso.

 
 

Vamos a visitar la Iglesia (entrada 2€). La puerta de acceso, de arco apuntado, es de alrededor de 1300.
 

El templo forma parte del conjunto del Monasterio de Santa Anna. Aunque es de estilo gótico (siglo XV), conserva la estructura románica inicial (siglo XIII), con planta de cruz griega. Tiene capillas añadidas y modificadas posteriormente. En 1936 sufrió un gran incendio, por lo que tuvo que ser reconstruida.
 



 
El año 1881 se declaró monumento nacional y también ha sido declarada Bien cultural de interés nacional.
 


Grupo escultórico de Santa Anna

Además de por su valor artístico, la iglesia de Santa Anna también llama la atención por su historia. Es la sede de la Orden de los Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén en España.
 


Esta orden, formada por monjes guerreros, tiene su origen cuando el emperador Constantino I decide edificar un templo sobre la cueva donde supuestamente fue depositado el cuerpo de Cristo, y ordena que unos monjes sean los encargados de custodiarlo. En 1.141 un grupo de canónigos de la Orden llegaba a Barcelona enviados por el patriarca de Jerusalén. En 1145, se inician aquí las actividades de esta nueva fundación que es regía por la regla monástica agustiniana, a imitación de la orden del Temple.
 
 

Por toda la Iglesia y el claustro podemos encontrar la Cruz templaria de Caravaca o del Santo Sepulcro, cruz patriarcal de doble brazo horizontal.También encontramos la insignia de una cruz formada por las cinco cruces rojas.
 
 
La bóveda es octogonal, también de simbología templaria.
 
 
En el interior de la iglesia hay varias esculturas y retablos.
 


 

Este Cristo crucificado fue restaurado después  de que fuera destrozado en 1936.
 
Durante mucho tiempo multitud de peregrinos venían a visitar la Capilla de los perdones o capilla del Santo Sepulcro, ya que equivalía a peregrinar a la original en Jerusalén y de esta forma todos los pecados eran perdonados.

 
El grupo escultórico del Santo Sepulcro es una copia del original de 1482 obra de Gabriel Guardia, que se encuentra desde 1936 en el Museo Diocesano.

En frente está la capilla del los deportistas con la estatua de la Moreneta.

 
A finales de los años 50 se propuso su creación. El proyecto se hizo realidad con la despedida del deportista Joaquim Blume, muerto en accidente aéreo en 1959, y cuya capilla ardiente se instaló aquí junto con su esposa y cuatro gimnastas más. Durante toda la noche y hasta la hora del sepelio, desfiló una gran multitud que posteriormente acudió al entierro, estimada en más de cincuenta mil personas.

 
En la memoria de mi madre está grabado este momento como impresionante. Además para ella tiene otro recuerdo significativo: uno de los deportistas que murieron con Blume, Josep Aguilar, un muchacho de 16 años, era vecino suyo. Recuerda como la madre antes del accidente, repetía que su hijo moriría en ese avión. Y otro de los deportistas fallecidos era compañero de mi padre en el equipo de atletismo de la Seda de Barcelona. Una ciudad tan grande y a veces tan pequeña...

 
Los frescos son de 1964, obra de Ignasi Maria Serra i Goday y representan distintos deportes.
 
Debajo sobre unos plafones de mármol se han colocado los escudos de las federaciones catalanas.


En el lado derecho del crucero se encuentra otra capilla con frescos policromados en cúpula y paredes que están realizados por Pere Bruna. La poca luz y los fuertes focos no me dejan hacer una fotografía decente que enseñar.

 
Camino de la puerta del claustro nos encontramos con otro elemento destacable: la sepultura del caballero Miquel de Boera capitán general de las galeres da las Españas, que luchó contra los franceses en la batalla de Ravenna y en la defensa del Rossellón.
 
 
En frente, la capilla de la Virgen de Guadalupe. La imagen sale de procesión por las calles del centro de Barcelona para celebrar la fiesta de la patrona de Úbeda.
 



 
Salimos al claustro (S. XIV), un autentico remanso de paz.  Como curiosidad, tiene acceso directo desde la iglesia y desde la calle, algo poco corriente.
 


 

 
 
El pozo tiene una piedra angular traída desde Jerusalén.
 
 
Desde el claustro se accede a la sala capitular (siglo XV).
 


 
Para finalizar, os informo de que aquí se celebra un ciclo de conciertos, llamado Art de Guitarra que ofrece la posibilidad de disfrutar de una hora de buena música en la capilla de la iglesia.
 



Esta entrada se la quiero dedicar a mi amiga Anna V., seguidora del blog y que siempre me anima a continuar.



Más información

sábado, 4 de mayo de 2013

El barrio de Santa Catalina y San Agustín (I)

 

A principios del siglo XX, un plan urbanístico generó la construcción de la Via Laietana. Para ello se derribaron más de 2.000 viviendas y desaparecieron 82 calles, además de dividir el centro histórico en dos mitades: por un lado el Barri Gòtic y por otro los barrios de Sant Pere, Santa Caterina y la Ribera.
 
 
 
Los conventos medievales de Santa Catalina y San Agustín dieron nombre a este barrio, que conserva el antiguo trazado medieval, con calles estrechas, retorcidas y entrelazadas De las construcciones medievales quedan todavía algunos vestigios aunque la mayoría de edificios fueron reformados durante el siglo XVIII o XIX.
 
 
 
Iniciamos el recorrido en el Mercado de Santa Catalina (Av. Francesc Cambó, 16). Está situado en el solar  donde se encontraba  el antiguo convento gótico, fundado a principios del siglo XIII. No queda prácticamente nada de aquel edificio ya que, tras la desamortización eclesiástica del siglo XIX, los dominicos fueron exclaustrados y se derribó uno de los dos claustros para abrir la calle Freixures.
 
 
Más tarde sufrió un incendio en 1835 que, aunque no causó grandes daños, sirvió de pretexto para derribarlo y construir en su lugar, en 1848, el primer mercado cubierto y en recinto cerrado, de la ciudad.
 
 
En 2005 se inauguró la remodelación del nuevo mercado, según proyecto de los arquitectos Enric Miralles y Benedetta Tagliabue. De la obra destaca especialmente la espectacular cubierta ondulada de mosaicos de colores. La lástima es que está pensada para ser vista desde el aire y no puede apreciarse realmente a pie de calle.
 
 
Está sostenida por una estructura metálica y con acabados en madera.
 
 
En un anexo del mercado  se exhiben restos del antiguo convento de Santa Caterina.
 
 
 
En la parte trasera del mercado, en la Plaza de Santa Caterina 1, se encuentra este edificio de la segunda mitad del siglo XVIII y actualmente restaurado. Está decorado con esgrafiados y destaca una hornacina que contiene una imagen de la Virgen.
 
 
 
 
Cruzamos por la calle Semoleres, una pequeña calle con entrada abovedada, típica de estos barrios, que atraviesan las casas para dar acceso a las calles transversales. Durante años se permitió construir por encima de las entradas y salidas de las calles como fórmula para ganar espacio.
 
 
 
 
Por aquí accedemos a la Plaza de la Llana, que fue antiguamente un mercado de platos y ollas y posteriormente de lanas. Es un espacio irregular donde convergen diversos callejones, a los que se accede a través de arcadas. También nos encontramos en una calle que cambia de nombre según el tramo: Bòria, Corders y Carders. La mayoría de estas calles llevan el nombre de los gremios que allí se ubicaban.
 
 
 
Caminamos por la calle Corders, que lleva el nombre del gremio de artesanos de cuerda. Aquí nos encontramos con la pequeña capilla románica de Marcús (siglo XII). El lugar donde está situada corresponde a la antigua Vía Franca, el antiguo camino romano que salía de la ciudad hacia Francia. Esta ermita formaba parte de un antíguo hospital  y un albergue para viajeros y transportistas de mercancías en la edad media. Fue sede de la "Cofradía de los Correos a Caballo ya Pie" la primera organización postal que existió en Europa. Sólo se abre en momentos determinados, por lo que es difícil coincidir con ella abierta.
 
 
Avanzando, la calle cambia de nombre y ahora es Carders.  De esta calle destacaré un edificio de época medieval que fue la sede del gremio de Carders (cardadores de lana).
 
 
Llegamos a la Plaza de Sant Agustí Vell. La plaza cuenta con una parte medieval porticada, aunque la mayor parte de los edificios son de los siglos XVIII y XIX.
 
 
 
Desde aquí vamos a la calle Comerç.  Por curiosidad podemos acercarnos a la cercana calle Petons. Bajo este nombre tan bonito se esconde una historia que no lo es tanto: según la tradición este nombre proviene del hecho de que los condenados a muerte, que se dirigían a morir a la vecina ciudadela, se despedían aquí de sus familias.
 

 
Seguimos el recorrido. En el número 36 de la calle Comerç se encuentra el antiguo Convento de San Agustín.
 
 
Construido a partir del 1349, fue durante cuatrocientos años el centro de la vida del barrio. Durante el asedio de Barcelona, ​​en 1714, resultó muy dañado. Actualmente se conservan algunos restos como un ala del claustro gótico, del siglo XV, integrado dentro del nuevo edificio.
 
 
A mediados del siglo XVIII, sobre los restos del convento, se edificó un cuartel militar.
 
 
Como curiosidad del edificio os puedo contar que en los 3 portales barrocos, coronados con el escudo real, podemos encontrar esculpidos bajo el frontón los signos masónicos del compás y la escuadra (en realidad en la actualidad sólo puede verse en dos, ya que uno desapareció en tiempos de Franco).
 
 
La orientación es distinta en cada puerta: en la de la derecha la escuadra mira hacia la izquierda, en la del centro indica hacia abajo, y en la de la izquierda se cree que lo hacía a la derecha. Eso da a entender que la puerta central era la principal.
 
 
Actualmente en la caserna de San Agustín hay instalaciones municipales y el Museo de la Xocolata. El museo hace un recorrido sobre los orígenes y difusión del chocolate.
 
 
Atravesamos por la plaza Plaza Pons i Clerch y llegamos a la placita de la Puntual. La preside un busto  del artista Santiago Rusiñol, que nació a pocos metros de aquí, en la calle Princesa 37. En su obra El auca del señor Esteve hace referencia a una tienda que es la que da nombre a esta plaza.
 
 
Y de momento lo dejo aquí, ya continuaremos paseando por este barrio y descubiendo curiosos rincones la semana que viene.