C. Sant Pau 9-11
Barcelona está llena de pequeñas joyas medio escondidas, y aunque muchas de ellas cuentan con una buena difusión y propaganda, muchos barceloneses todavía las desconocen. Este es el caso del Hotel España, uno de los establecimientos hoteleros históricos más antiguos de la ciudad, y una pequeña joya del modernismo catalán decorado por Lluís Domenech i Montaner a principios del siglo XX.
El edificio, destinado a viviendas, fue construido en el año 1850. Nueve años después se transforma en la Fonda de España, en la que destaca la calidad de las habitaciones y el cuidado servicio: estaba considerado como un establecimiento de primerísima categoría. En el año 1888, con la celebración de la Exposición universal, las fondas empiezan a nombrarse como hotel, nombre de origen francés que da una connotación diferencial de servicio y trato.
A partir de 1898 se inician una serie de reformas interiores, proyectadas por Lluís Domènech i Montaner y en las que colaboraron famosos artistas como el pintor Ramón Casas y el escultor Eusebi Arnau.
Esta decoración modernista puede verse nada más entrar en el hotel. En la recepción, madera, cerámica, artesonados o lámparas son dignos de admirar. En referencia a su nombre, podemos observar continuas alusiones a las provincias españolas: escudos, leones, castillos....
También encontramos grabados en las paredes con buenos deseos al viajero y a los huéspedes.
Y muchos pequeños y armoniosos detalles.
Con las reformas, al hotel se le incorporaron novedosas instalaciones técnicas, poco frecuentes en la época, como el teléfono, el ascensor o la luz eléctrica. Como ejemplo, el hotel conserva la antigua centralita, situada a pie de escalera.
En la escalera, decorada con esgrafiados de castillos en sus paredes, destaca por su barandilla. A pesar de no cumplir las normas de seguridad, debido a su baja altura, se ha podido conservar por tratarse de la pieza original.
También pueden verse restos del antiguo mosaico que decoraba el suelo.
El Bar Arnau
A la izquierda de la recepción, se encuentra la entrada al Bar Arnau, antiguo salón de lectura y tertulia. Entre sofás y mesas bajas, preside la estancia una chimenea ornamental de alabastro de más de cinco metros. Su función siempre fue decorativa, nunca funcionó.
La obra fue modelada por el escultor Eusebi Arnau (1901), y cincelada por Alfons Jujol i Bach. Representa el paso de los años, desde el nacimiento, representado por una madre con su bebé en brazos, a la vejez, con un anciano calentándose al fuego. El conjunto está presidido por un gran escudo de España.
Saliendo de nuevo a la recepción, podemos ver al fondo un patio de luces.
Entre los esgrafiados que decoran las paredes, con alusiones a la naturaleza, destacan en la zona más alta, unas figuras de mujer que desean los buenos días y las buenas noches a los huéspedes.
Las obras modernistas finalizaron en 1903 y fueron galardonadas al año siguiente con el Premio de Arquitectura y Decoración que convocaba cada año el Ayuntamiento de Barcelona. En este patio puede verse la placa que lo recuerda.
Sala de las Sirenas
Pero los conjuntos más importantes son los comedores. Al lado del patio de luces se encuentra la entrada a la Sala de las Sirenas, en la que sólo entrar podemos ver un enorme mural decorado con temas marinos en los que destacan cuatro hermosas sirenas. Me ha llamado la atención que tienen piernas, y sus atributos marinos están en los pies.
Aunque las pinturas se atribuyen a Ramón Casas, este hecho no está comprobado. Lo que sí está claro es que se trataba de un pintor profesional por el estilo y la calidad. Un ejemplo es el detalle de las olas, con la que crea una cenefa en el techo.
Antiguamente a este salón se le llamó “La Pecera”; cuando estás dentro entiendes el porqué.
El arrimadero es de ebanistería decorada con cerámica vidriada representando los escudos de ciudades y reinos de España. Si nos fijamos podemos ver que también cumplía una función de perchero.
También destacan las luces, que para integrarlas en el espacio, imitan a las burbujas en el agua. Estas luces atraviesan el techo de cristal que separa el salón del patio de luces, deslizándose hacia arriba.
Y aprovechando que estamos mirando hacia arriba, os enseño un detalle de los techos.
El otro salón comedor es la Fonda España. Del restaurante se encarga el reconocido chef Martín Berasategui, que aparte de la carta ofrece un menú diario bastante asequible, una buena opción para comer en un entorno espectacular.
El conjunto de la sala es más rico en detalles que el salón anterior. Los trabajos de ebanistería son espléndidos, ricamente tallados.
El arrimadero de las paredes está formado por mosaicos vidriados con diferentes emblemas de las provincias de España. Está rematado por colgadores que combinan motivos vegetales y florales. Esta decoración en mosaico también es visible en el friso y en los revoltones de la sala.
Es imposible no fijarse también en los apliques de latón de las paredes y en las lámparas colgantes.
El Hotel cuenta con 82 habitaciones, de las cuales 28 son Deluxe, 3 Ejecutivas con terraza privada y 1 Suite. La decoración es contemporánea. Quien lo desee, puede aprovechar una tarde de verano para subir a la terraza Alaire Ramblas a tomar copas y tapas en ambiente chill out.
Si lo que quieres es verlo, el hotel ofrece visitas guiadas en horario de mañana y tarde por 5€.