El Muelle de España se conecta con la ciudad a través de la Rambla Mar, un paseo de madera decorado con ondas marinas de metal que cruzan el agua rodeadas de barcos y golondrinas.
A pesar de la cantidad de gente que aquí siempre hay, de lo turístico, que a veces te impide hasta caminar, el lugar tiene un encanto realmente bello, muy especialmente en las horas del ocaso. Mirar al mar se convierte en un descanso.
Al final de la Rambla Mar nos encontramos con el edificio del Maremagnum, un centro comercial abierto todos los días (incluido los domingos), donde además de poder comprar ropa y moda, se incluye una amplia oferta gastronómica, con restaurantes que ofrecen comer en terrazas con vistas al mar.
La oferta de restaurantes es muy variada y se distribuye entre vistas elevadas a diferentes partes del puerto; a poder comer a pie de muelle.
En la parte trasera del edificio, en la Plaza de la Odisea, se concentran los restaurantes de comida rápida.
Su proximidad con la plaza, de trazado irregular y ondulante, la hace ideal para familias con niños, que una vez terminada la comida saldrán corriendo a jugar.
Toda la zona está pensada para el ocio: atracciones, cines, Acuarium, Imax…con una extensión de 3.000 m2 la oferta es amplia.
Al lado de la Plaza de la Odisea, y frente a estas instalaciones, se sitúa el Paseo de Ítaca, una zona llena de luz que también cuenta con oferta de bares a pie de calle.
Aquí, los sábados, domingos y festivos, de 10.00 a 20.00 horas, se instala un mercado de pintura, que cuenta con unas 20 paradas y con obras de diferentes estilos y técnicas.
Por ahora voy a dejarlo aquí, en una segunda parte os seguiré contando más cosas.
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