sábado, 21 de julio de 2012

Estación de França

Avinguda Marquès de L'Argenteria.

Ahora que estamos a punto de vacaciones, os dejo algo que nos recuerde el placer de disfrutarlas viajando.


A pesar de que Barcelona contaba con el primer ferrocarril que funcionó en la península, en la línea Barcelona Mataró inaugurada en 1848, la ciudad no tenía instalaciones adecuadas, como se daban al uso en las grandes ciudades.



Es por ello que MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante), una de las dos grandes compañías férreas privadas de la época, decidió dotar a la ciudad de una estación terminal de carácter monumental. El ingeniero ferroviario Eduardo Maristany, marqués de la Argentera fue el encargado de realizar el proyecto inicial del nuevo edificio.



El edificio de la estación Término o Francia de Barcelona se proyectó en 1900 y no se desarrolló hasta 1929. La estación debía ajustarse a los terrenos ocupados por la antigua estación de Francia, de ahí su nombre. En ella trabajaron arquitectos como Pedro Muguruza y Raimon Duran i Reynals.


El edificio de viajeros se diseña con una una gran monumentalidad.
 



Los capiteles de los pilares del vestíbulo son de bronce, así como las rejas de las taquillas. Las puertas de entrada desde la calle son de hierro fundido con mucha decoración  y con cristales.



El vestíbulo cuenta con tres cúpulas de grandes dimensiones, el pavimento es de mármol y las vigas del techo fueron decoradas con pinturas de gran estilo.


Los edificios envuelven las vías en forma de "U". Destaca la  gran estructura metálica de estilo modernista.


Los andenes están cubiertos por dos marquesinas metálicas de 29 m de alto y 195 m de longitud que en parte están en curva hacia la izquierda, ya que se veía condicionado por la curvatura de las vías a su llega a la antigua estación.



La estación fue inaugurada en junio de 1929 por el rey Alfonso XIII, con motivo de la Exposición Internacional de Barcelona que tuvo lugar ese mismo año en la ciudad.



La estación, al ser un objetivo estratégico, fue seriamente dañada durante la guerra civil y ya no fue nunca más lo que era. Con el tiempo la estación fue derivando el tráfico a la estación de Sants, mucho más moderna y con mejores conexiones.



Los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 fueron la excusa para que desde 1988 hasta 1992 se restaurara la estación.

sábado, 14 de julio de 2012

El Moll de la Fusta





Su nombre real es el de Moll de Bosch i Alsina, pero siempre ha predominado su nombre popular, el Moll de la Fusta. Transcurre de forma paralela al Paseo Colon, y va desde el Portal de la Pau, a pie del monumento a Colón y la Rambla Mar, y llega hasta el mirador del Port Vell.







Su emplazamiento corresponde a lo que había sido el puerto de la antigua Barcino romana. Desde el siglo XIX fue una barrera que separaba a la ciudad del mar debido a la actividad portuaria y comercio marítimo continuado.


De hecho, la denominación de Moll de la Fusta (Muelle de la madera) tiene su origen en sus funciones de depósito y estiba de madera.


En el año 1982 el Puerto Autónomo de Barcelona cede este espacio a la ciudad. Se inicia entonces un proyecto de remodelación con dos objetivos básicos: restablecer la comunicación entre la ciudad y el mar y organizar una estructura viaria que canalizase el tránsito urbano.


Fue remodelado en 1987 para las Olimpiadas del 92, bajo la dirección del arquitecto Manuel de Solà Morales. Se suprimió la línea férrea, se construyó la Ronda Litoral para el tránsito rodado a un nivel inferior, el paseo, y un aparcamiento.


El paseo de viandantes también tenía dos niveles, uno inferior, justo al borde del mar, y otro superior. Para salvar la Ronda y los dos niveles del paseo para viandantes, se instalaron puentes basculantes.


Se quería que el nivel superior fuese una nueva zona de ocio, por lo se llenó de restaurantes y terrazas, diseñados por el arquitecto Alfred Arribas. Pero no funcionó, y con el tiempo todos los negocios terminaron por cerrar sus puertas. Ahora quedan los pabellones ondulados donde estuvieron situados.


De entre estos restaurantes destacó el Gambrinus. En 1989 se instaló sobre el tejado del local una gigantesca gamba con patas de langosta, de quince metros de envergadura, obra de Mariscal, creador de la mascota de los juegos olímpicos de Barcelona. Es una carcasa de hierro cubierta por fibra de vidrio pintada.

Tras el cierre del local y varios litigios posteriores, la obra se quedó en el mismo lugar perteneciendo al Ayuntamiento de Barcelona, se restauró en 2004 y acabó convirtiéndose en un icono ciudadano que aporta identidad a su frente marítimo, así como un símbolo de la remodelación que sufrió la zona costera barcelonesa.


En la remodelación se mantuvieron las palmeras que ya existían desde hace años en el Paseo de Colón. También hay palmeras en el mismo muelle, ordenadas en una cuadrícula de 17 metros entre ellas.



Como elementos urbanos encontramos tres tipos de farolas antiguas y los bancos de madera.


Otra de las iniciativas que acompañaron las transformaciones urbanísticas fue la colocación de esculturas públicas en el muelle. Estas esculturas debían de homenajear la relación de Barcelona con el mar a través de personajes destacados.



Robert Krier realizó dos esculturas dedicadas a Ròmul Bosch i Alsina (ver la entrada dedicada a la Rambla Mar) y a Joan Salvat Papasseit, poeta catalán, que trabajó en el muelle y quien dedicó muchos poemas al mar. Krier realizó un busto en la que priorizó la fuerza expresiva sobre la fidelidad del retrato.




En el otro extremo del paseo encontramos la escultura "La cara de Barcelona", obra del artista gráfico y escultor Roy Lichtenstein, el máximo exponente del pop-artnorte-americano.


Se trata de la cabeza de una mujer en homenaje a la ciudad de Barcelona y a Antoni Gaudí, por lo que emplea la técnica del “trencadís” (mosaico de trozos de cerámica), todo ello con la estética del cómic. Una peana eleva el conjunto y lo hace resaltar a gran distancia.


Y en medio del muelle encontramos la escultura en bronce La Parella, obra del artista chileno Lautaro Díaz Silva, de 1998. El bronce está acabado con una pátina verdosa, para enfatizar el paso del tiempo, ya que las figuras simbolizan a dos amantes que miran sentados juntos el mar y para los que el tiempo se hace eterno.




Junto al muelle podemos observar el paquebote de tres palos Santa Eulalia, se trata del único velero centenario que se conserva en Cataluña, actualmente restaurado y que pertenece al Museo Marítimo de Barcelona. Se utiliza en programas educativos y actividades relacionadas con el mar.












Recientemente, también se pudo ver La réplica de La Nao Victoria, primera nave que dio la vuelta al mundo entre 1519 y 1522 en la expedición Fernando de Magallanes y que acabó Juan Sebastián Elcano.









O el Galeón La Pepa. El barco es una réplica de aquellos galeones que unieron España con América y Asia durante tres siglos y debe su nombre a la Constitución de 1812, a la que rinde un homenaje en el bicentenario de su proclamación.




Al otro lado del Moll podemos observar el Maremagnum y la Rambla Mar con su puente levadizo.




domingo, 1 de julio de 2012

Sant Pau del Camp

C/ Sant Pau, 101



No se sabe exactamente cuando se construyó el monasterio de Sant Pau del Camp.


Lápida del conde Grifé-Borrell
La lápida funeraria, encontrada en Sant Pau, que sellaba la tumba del conde Guifré-Borrell, hijo de Guifré El Belloso, hizo pensar que cuando murió en el año 911 el monasterio ya existía.







La tradición local habla de un hospicio en el mismo lugar en el siglo V, pero faltan documentos que así lo acrediten.



En todo caso,se trata de uno de los monasterios más antiguos de Barcelona.


Cuando se edificó, quedaba lejos de la ciudad, entre las huertas y los campos, por eso es conocido con el nombre de San Pablo del Campo.



Fue un monasterio benedictino hasta que los monjes lo abandonaron en 1835. En el año 1987 fue declarado Monumento Nacional.


La puerta está flanqueada por dos columnas de mármol donde se apoya la arquivolta de medio punto. La decoración es visigótica. En el tímpano aparece representado Cristo en Majestad en actitud de bendecir, acompañado de San Pablo a la derecha y San Pedro a la izquierda.

El claustro de Sant Pau es la parte del monasterio más importante desde el punto de vista monumental por la singularidad de sus arcos.


Su construcción, en el siglo XII, es posterior a la de la iglesia y muestra claramente influencias árabes.














De capiteles hay muchos derivados del corintio, pero hay otros claramente románicos. Algunos son representaciones de animales; historias, como el de Adán y Eva, o de  luchas y guerreros.
 
 
 

Alrededor del claustro hay numerosas tumbas; muchas de ellas pertenecían a la familia de los Bell-lloc, que restauraron el edificio siglo XI e hicieron heredero al monasterio para poder ser enterrados aquí.

Entrada a la sala capitular, de estilo gótico
Más información:


Horario de visitas: de lunes a sábado de 10 a 13:30 h y de 16 a 19:30 h.  Entrada 3 € (en 2012).