viernes, 19 de abril de 2013

El Parque Güell (II)


La semana pasada os empecé a hablar de este fantástico parque y os mostraba algunos de sus elementos más característicos. Ahora os enseñaré otros rincones ideados por ese arquitecto tan increible llamado Gaudí. 


Plaza de la naturaleza
Encima de la sala hipóstila, y como punto central del parque, se encuentra esta gran plaza de arena, delimitada por el famoso banco con forma de sepriente de 110 metros de longitud y totalmente cubierto de un colorido mosaico. 


 
 


La plaza, en su conjunto, tiene 3.000 m2, y fue construida entre 1907 y 1913. Según el plano original, la plaza central debía ser un teatro griego, apto para las reuniones comunitarias y para la celebración de eventos culturales y religiosos. 
 
 
Desde este lugar se tienen unas buenas vistas de Barcelona. Aviso a los fotógrafos: si vais por la mañana tendréis el sol de cara.
 
 
Los bancos están diseñados para ser cómodos. De hecho, Guadí le pidió a uno de los trabajadores que se sentara en un trozo de yeso blando para conseguir una forma anatómica.
 
En su parte exterior contiene un friso cubierto de gárgolas para desaguar la lluvia, así como pequeñas figuras en forma de gota de agua.

 
El recubrimiento en mosaico no es obra de Gaudí, sino que, como los rosetones de la sala hipóstila, son obra de Josep Maria Jujol.
 
 

 
El trencadís se construyó con materiales de desecho, baldosas, botellas y trozos de vajilla, como el que os muestro en la foto, donde podemos apreciar un antiguo plato.
 
 
Esta plaza está sin pavimentar, debido a que el agua que recoge procedente de precipitaciones es drenada y canalizada por las columnas que la sostienen, y es acumulada en un depósito subterráneo de 1.200 m3, para posteriormente ser empleada para regar el parque. Si el depósito sobrepasa un límite determinado, el agua sobrante es expulsada por la salamandra que da la bienvenida al parque.
 
 
A uno de los lados de la escalinata se sitúa el colegio CEIP Baldiri Reixac (antigua casa del conde Güell).
 
 
Al otro lado se encuentra el Jardín de Austria.
 
 
Camino del Rosario
Es el camino principal, y se le llama así por las bolas de piedra que podemos encontrar por todo el camino y que recuerdan a las cuentas de un rosario. Parte de la plaza central y atraviesa transversalmente el parque. Se construyó sobre una antigua calzada romana que conducía a San Cugat del Vallés.
 
 
 
Los caminos y viaductos
Gaudí se negó rotundamente a allanar el monte para trazar los caminos. Por el contrario, aprovechando las irregularidades del terreno y construyó una serie de viaductos para transitar por el parque, lo suficientemente anchos para el paso de carruajes, y con unos caminos porticados por debajo para el paso de transeúntes. Los caminos tienen una longitud total de tres kilómetros, que salvan el desnivel de la montaña.
 
 
Estos caminos son el de la "Bugadera" (la lavandera), y los tres viaductos situados en las cercanías de la Casa-Museo Gaudí: el Viaducto del Museo (nivel inferior), el Viaducto del Algarrobo (nivel medio) y el Viaducto de las Jardineras (nivel superior); todos ellos diferentes y con soluciones estructurales diferenciadas.
 
 
 
Mi favorito es el El camino de la Bugadera (de la lavandera), llamado así porque uno de sus pilares tiene esculpida una figura en forma de lavandera. 



Está situado detrás de la escuela y se accede desde la Plaza de la naturaleza.


Construido con piedra del propio parque, presenta una inclinación de sus paredes y de las columnas que lo sostienen que parece casi imposible.

 
Aquí puede verse el talento de Gaudí, ya que estructuralmente todo el conjunto está perfectamente equilibrado. Las columnas exteriores se inclinan hacia el interior para soportar el peso del desnivel del terreno, formando una bóveda en piedra alargada que engloba un pasadizo casi circular.
 
 
Se trata de una metáfora de una gran ola que arropaba y protegía, como si de un túnel se tratara, al pueblo de Moisés en el paso del Mar Rojo.
 
 
Tras este primer pórtico encontramos el segundo, formado por un semicírculo de columnas helicoidales, a dos niveles. Los soportales están sostenidos por columnas inclinadas.
 
 
A pesar de la aparente delgadez de estas, que recuerdan troncos de palmeras, han resultado de una extraordinaria resistencia. La piedra consigue curvas depuradas y formas de llenas fantasía.
 
 
El pasamanos también tiene columnas helicoidales en forma de espiral.
 
 
Profundamente vinculado con la naturaleza que le rodeaba, Gaudí se inspiraba en ella para crear sus obras. Al emplear las propias piedras del lugar, consiguió, más aún, que la arquitectura fuera parte integrante del paisaje natural.

Vamos en dirección contraria, al otro lado de la Plaza, para ver los demás viaductos. En esta zona encontramos el camino lleno de tenderetes al aire libre.
 

Aquí podemos encontrar una de las áreas de picnic. Si se viene con niños, o simplemente se quiere pasar el día, ésta es una buena opción.


Llegamos al viaducto del Algarrobo, que parece incrustado en una gran roca del parque. La luz que se filtra a través de los huecos entre columna y columna, lo que le da un aire muy especial. En el techo, cientos de piedras de diferentes formas y tamaños forman pequeñas bóvedas.


Se llama así por el viejo árbol seco y caído ya con el paso de los años, que durante las obras Antoni Gaudí se empeñó en no eliminar, a pesar de los consejos de sus colaboradores. Es todo un emblema del sitio, y nos recuerda el eterno interés del arquitecto de no irrumpir en la naturaleza que acogía y rodeaba sus construcciones.


Viaducto de las jardineras


Cuando Gaudí se hizo cargo del proyecto la zona estaba deforestada —como indicaba su nombre de Montaña Pelada—, por lo que mandó plantar nueva vegetación, escogiendo especies mediterráneas autóctonas, las que mejor se adaptaban al terreno.




Museo Gaudí
En el recinto del parque se encuentra la Casa Museo Gaudí, un edificio en color rosa en donde residió el arquitecto, y que en la actualidad expone una colección de obras del arquitecto (la verdad, no muy interesante). La casa se construyó como edificio piloto.
En el año 1906, Antoni Gaudí compró la casa y se trasladó allí con su padre y una sobrina. Cuando ambos murieron, Gaudí vivió solo en esa casa durante años, hasta 1926. Cada día andaba ida y vuelta de la colina a Barcelona.

Nos encaminamos al Turó de les tres Creus (colina de las tres cruces)


Por el camino encontramos la casa Trias, una casa modernista construida en 1905 y una de las dos que se llegaron a construir.


El hijo del matrimonio Trías, Alfonso, mantuvo una estrecha amistad con Gaudí. La casualidad hizo que éste, estudiante de medicina, fuera quien identificara a Gaudí cuando, atropellado por un tranvía, fue trasladado al Hospital de la Santa Cruz como un accidentado desconocido.

Subiendo, encontramos nuevas zonas de pícnic y espacios donde disfrutar de un descanso. En todo el recorrido del parque es frecuente encontrar artistas que aportan música al conjunto por unas monedas.


Desde aquí también hay una buena vista del Tibidabo y la torre de Collserola.


Turó de les tres Creus
En un promontorio de la parte alta del parque, en un lugar llamado antiguamente turó de les Menes («colina de las Minas», por unas minas de hierro que se encontraban en el lugar), a 182 metros de altura, Gaudí pensaba construir una capilla, que finalmente no se llevó a cabo.



En su lugar construyó un monumento en forma de Calvario de tres cruces. Inspirado en los monumentos megalíticos, tiene planta circular y dos rampas de escaleras, en cuya cima se sitúan las tres cruces. La orientación de dos de las cruces indica los cuatro puntos cardinales y la tercera, que acaba en flecha apunta hacia el cielo.



Puede que a simple vista, pueda pensarse que no merece la pena el esfuerzo de subir hasta aquí arriba, pero lo realmente fantástico de este lugar son sus vistas sobre la ciudad y el propio parque.


 


Y si queréis vistas todavía más espectaculares, podéis subir un poco más alto, al Mirador del Virolai. Yo definitivamente, ya estoy cansada y hace calor, ahora prefiero otro tipo de “estimulante”. Bon profit!. ¡Buen provecho!










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