La Rambla de los Capuchinos comienza en el Pla de la Boquería con el pavimento de Joan Miró.
Este es el tramo que primero se condicionó como paseo, y donde se reunía la gente acomodada para pasear y charlar. El nivel del suelo se levantó sobre el resto y se le empezó a llamar el Terrat. La canción infantil popular "El gegant del Pi…” habla de este lugar:”…ara balla pel Terrat”
A la derecha se encuentra el nuevo teatro del Liceu, que se reconstruyó siguiendo el modelo del antiguo teatro, que se incendió en 1994.
Delante del Liceu, al otro lado del paseo, está el Café de la Ópera, que conserva la decoración novecentista, con los viejos espejos y las columnas de hierro forjado.
Un poco más adelante aparece el edificio del Hotel Oriente, que data de 1882
Más abajo, la calle de Ferran, la más aristocrática de la ciudad en el siglo XIX, y actualmente una de las más transitadas de la zona, que conduce a la plaza de Sant Jaume.
Es en este tramo de La Rambla donde encontramos más terrazas, y donde los turistas hacen una parada para descansar, mirar y tomar algo. Los barceloneses no solemos sentarnos en ellas porque sabemos de los precios de las enormes cervezas y sangrías que se sirven.
También son típicas las “estatuas vivientes”. Llama la atención lo elaborado de su vestuario y su “atrezzo”, que atraen a los turistas para hacerse una foto de recuerdo a cambio de unas monedas.
Más adelante encontramos la entrada a la plaza Real, que ocupa el solar del antiguo convento de los capuchinos (que da nombre a este tramo de la calle). De estilo neoclásico fue proyectada por el arquitecto y urbanista Francesc Daniel Molina en el año 1848.
Esta emblemática plaza fue durante mucho tiempo, conocida por su degradación, especialmente nocturna, convirtiéndola en un espacio poco recomendable. Pero ahora, gracias a la presencia policial y al esfuerzo municipal, que ha activado la labor social y de limpieza, es un espacio reconquistado para los ciudadanos.
Es una plaza de gran belleza, que actualmente ofrece una oferta gastronómica y de locales de ocio que no para de crecer. Durante el día es un rincón tranquilo y animado donde comer o sentarse a tomar una cerveza y unas tapas bajo sus pórticos, por la noche se llena de ambiente.
Su decoración consta de palmeras y destaca en el centro la llamada fuente de las Tres Gracias. Otro aspecto interesante son dos farolas diseñadas por Antonio Gaudí, que fueron encargadas por el Ayuntamiento en 1878. Se colocaron 8 farolas, aquí y en el Pla de Palau (Plaza Palacio).
Entre la Ramblas y la Plaza Real también encontramos el pasaje de Bacardí, que se abrió en el año 1856, atravesado por un puente de hierro que, originalmente, tenía los vidrios pintados con paisajes tropicales.
Y volvemos a las Ramblas, llegamos a la de Santa Mónica, pero esta será una nueva entrada.