Avinguda Marquès de L'Argenteria.
Ahora que estamos a punto de vacaciones, os dejo algo que nos recuerde el placer de disfrutarlas viajando.
A pesar de que Barcelona contaba con el primer ferrocarril que funcionó en la península, en la línea Barcelona Mataró inaugurada en 1848, la ciudad no tenía instalaciones adecuadas, como se daban al uso en las grandes ciudades.
Es por ello que MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante), una de las dos grandes compañías férreas privadas de la época, decidió dotar a la ciudad de una estación terminal de carácter monumental. El ingeniero ferroviario Eduardo Maristany, marqués de la Argentera fue el encargado de realizar el proyecto inicial del nuevo edificio.
El edificio de la estación Término o Francia de Barcelona se proyectó en 1900 y no se desarrolló hasta 1929. La estación debía ajustarse a los terrenos ocupados por la antigua estación de Francia, de ahí su nombre. En ella trabajaron arquitectos como Pedro Muguruza y Raimon Duran i Reynals.
El edificio de viajeros se diseña con una una gran monumentalidad.
Los capiteles de los pilares del vestíbulo son de bronce, así como las rejas de las taquillas. Las puertas de entrada desde la calle son de hierro fundido con mucha decoración y con cristales.
El vestíbulo cuenta con tres cúpulas de grandes dimensiones, el pavimento es de mármol y las vigas del techo fueron decoradas con pinturas de gran estilo.
Los edificios envuelven las vías en forma de "U". Destaca la gran estructura metálica de estilo modernista.
Los andenes están cubiertos por dos marquesinas metálicas de 29 m de alto y 195 m de longitud que en parte están en curva hacia la izquierda, ya que se veía condicionado por la curvatura de las vías a su llega a la antigua estación.
La estación fue inaugurada en junio de 1929 por el rey Alfonso XIII, con motivo de la Exposición Internacional de Barcelona que tuvo lugar ese mismo año en la ciudad.
La estación, al ser un objetivo estratégico, fue seriamente dañada durante la guerra civil y ya no fue nunca más lo que era. Con el tiempo la estación fue derivando el tráfico a la estación de Sants, mucho más moderna y con mejores conexiones.
Los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 fueron la excusa para que desde 1988 hasta 1992 se restaurara la estación.