Con el buen tiempo lo que gusta es salir a pasear al aire libre, y uno de mis sitios favoritos es la Montaña de Montjuïc. Hoy os quiero enseñar uno de sus jardines, especializado en cactus y suculentas, un recinto que, cuando lo ves, supera expectativas.
Hace tiempo que quería ir, pero quería hacerlo en primavera. La razón: algunas flores de cactus son espectaculares, aunque generalmente duran poco tiempo. Fui con la esperanza de conseguir ver alguna en su esplendor. Y es que si alguien piensa que este tipo de jardín ha de tener poca floración se equivoca.
La web del Ayuntamiento lo describe así: “Este jardín no tiene nada que ver con los jardines urbanos ni con los otros que se encuentran en la ciudad. No tiene zonas de juegos infantiles ni áreas para perros, pero tampoco le hace falta. Ya tiene bastante con sus vistas sobre el mar y con su propia visión. Más que un espacio verde para relajarse, leer al aire libre o jugar, es un museo para visitar y dejarse sorprender…”
Estos jardines se crearon a finales de los años 60, en un espacio que había sido ocupado por baterías antiaéreas. Desde sus inicios, el recinto se ha dedicado a coleccionar y exponer cactus y otras plantas suculentas y tropicales.
Por su pendiente y por su orientación al sureste, de cara al mar, con un nivel de insolación y temperatura superior al de la ciudad, estas plantas encuentran un terreno y un microclima muy propicio para su desarrollo.
Podemos encontrar muchas plantas de clima subtropical, además de una importante colección de cactus, una de las más prestigiosas del mundo en su sector. Aquí se cultivan 800 especies de cactus, más de 6000 cactus y casi 190.000 unidades de rastreras y otras suculentas, que proceden de todas las zonas desérticas del mundo.
Destacan también las diferentes especies de palmeras haciendo de fondo a enormes columnas de cactus y a retorcidos brazos que se alzan hacia el cielo.
Ejemplares de "asiento de la suegra", uno de los cactus más cultivados y conocidos en todo el mundo, a pesar de estar amenazado en su hábitat natural.
Además de su vegetación, los caminos, senderos, escaleras, los miradores… lo convierten en un hermoso jardín por donde pasear. Si os gustan las fotos, aquí tenéis un sitio para disfrutar. A mí me han costado mucho seleccionar.
Uno de los miradores es el de la Puntaire, llamado así por la escultura La puntaire (mujer que hace encajes de bolillos, muy típico en Cataluña), de Josep Viladomat, desde donde se puede disfrutar de una espléndida panorámica del puerto de Barcelona.
Detrás puede verse el acantilado marino del Morrot, una zona abrupta y de fuertes pendientes de antiguas canteras, colonizada con vegetación mediterránea y foránea de gran valor biológico, y hábitat de diversas aves.
Otro de los miradores.
En uno de los accesos al parque encontramos la escultura L'au dels temporals (El ave de los temporales), de Joaquim Ros i Bofarull, en homenaje al poeta Miquel Costa i Llobera.
Durante unos años los jardines permanecieron cerrados (2006 a 2011) Una renovación destinada a mejorar la imagen del jardín, y que tenía que durar un año, puso al descubierto problemas de desprendimientos de tierra. Los técnicos detectaron bolsas de agua en el subsuelo y había zonas del parque que se hundían. El problema residía en una tubería interior del parque que sufría escapes de agua. Se tuvo que construir una de nueva, que desciende desde la boca del túnel de Miramar hasta el puerto y drena el agua para que el subsuelo sea estable.
Uno de los puntos atractivos del jardín.
El acceso a estos jardines puede hacerse por diversos sitios: yo fui por el Paseo de las Baterías, un camino ecológico que discurre paralelo a la Ronda Litoral. También se puede acceder al jardín por la carretera de Miramar y por el mirador de Miramar.