Saliendo del Museo Frederic Marès y de nuevo por la calle Comtes, llegamos al Palau del Lloctinent (Palacio del Lugarteniente)
PALAU DEL LLOCTINENT
Nada más entrar vemos un patio ajardinado de planta cuadrada, rodeado de arcos apoyados sobre columnas toscanas, y en el centro una fuente de piedra.
El edificio data del año 1.557, es de estilo gótico-renacentista y fue diseñado por el arquitecto Antoni Carbonell para residencia del virrey o lugarteniente de la Corona Española en Cataluña dentro del recinto del Palacio Real. De acuerdo con las leyes del Principado, cuando el soberano no se encontraba en territorio catalán debía nombrar a un representante que, normalmente, formaba parte de la familia real.
No obstante, el palacio nunca fue ocupado por éste y acabó siendo la sede de la Santa Inquisición. Posteriormente, desde 1836 a 1993 fue la sede del Archivo de la Corona de Aragón, actualmente instalado en instalaciones más modernas.
En la fuente de patio también se celebra por Corpus “L’ou com balla”.
Destaca la escalinata de piedra, en la que encontramos la puerta de San Jordi, realizada en bronce en 1.975 por el arquitecto Josep María Subirachs para comunicar el antiguo palacio real (Saló del Tinell) con el palacio del virrey.
En ella aparece representado San Jorge con el dragón a sus pies, y sobre su cabeza el escudo con las cuatro barras de los Condes de Barcelona y reyes de Aragón.
También hay diferentes inscripciones y textos en latín, catalán y aragonés, que narran distintas hazañas y batallas protagonizadas por San Jorge.
A la izquierda del Santo hay un panel explicativo y un mapa del Mediterráneo de los siglos XIII al XV, época de expansión de la Corona de Aragón.
El hueco de escalera está cubierto por un magnífico artesonado de madera tallada que representa una embarcación invertida.
Las escaleras dan una galería superior de estilo renacentista.
En uno de los ángulos se encuentra un mirador llamado del “Rei Martí”, construído bajo el reinado de Felipe I de Aragón (Felipe II de la Monarquía Hispánica), parece que con la finalidad de avistar la llegada de embarcaciones a la ciudad.
Está declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento desde 1.931. Puede visitarse de lunes a domingo de 10:00 a 19:00 h. La entrada es gratuita.
El Palau del Lloctinent tiene dos entradas, para seguir la ruta salimos por la contraria a la que hemos entrado e iremos a parar a la Plaza del Rey.
LA PLAZA DEL REY
En esta plaza se encuentra este conjunto de edificios que, desde el siglo IX formaron parte del Palacio Condal, y después del Palacio Real Mayor. El gótico es el estilo predominante, aunque en la base del edificio se encuentran restos visigóticos y románicos.
En el ángulo de la plaza donde se unen las estructuras del Palau Reial y del Lloctinent se puede apreciar bien el Mirador del Rei Martí, torre rectangular de cinco pisos.
En la escalinata de acceso a la Capilla Real y al salón del Tinell se reunían los prohombres de la ciudad.
Algunas de las historias que os cuento a continuación de esta parte de la ciudad, están sacadas del libro de Dani Cortijo “Historias de la historia de Barcelona. Ciutat Vella”, que os aconsejo si queréis saber cosas curiosas.
Fue aquí donde el rey Fernando el Católico fue objeto de un atentado en 1492, por parte de un payés (agricultor) de nombre Joan de Canyamars, buscando vengarse por la sentencia del rey según la cual sólo los campesinos adinerados podían dejar de estar atados a las tierras que trabajaban. El ataque causó al soberano una herida de puñal en el cuello de la que se repuso. En represaría se le montó en una palestra con ruedas, se le cortaron los pezones con tenazas al rojo vivo, en la Plaza del Blat se le cortó una mano, en la del Born la otra, en la Plaza Sant Jaume la nariz, un ojo y una pierna, y murió desangrado a la vista de todos.
¿Os parece cruel? Pues aquí tenéis un poquito más de historia morbosa.
Como la prisión antigua se encontraba en la Plaza del Rey, ésta se convirtió en el lugar donde se ajusticiaba a los reos en la Edad Media, junto a todos los herejes y brujas condenados por la Santa Inquisición. Cuando no había ajusticiamientos, la plaza se convertía en un mercado.
Cuando un reo se iba a ajusticiar, se le colocaba un cartel colgado del cuello con el delito cometido por escrito. Realizaba una larga ruta por varias calles de la ciudad. Al llegar a su destino, se le marcaba en la espalda el escudo de la ciudad, para que jamás se olvidara del suceso. Si tenían suerte terminaban en la prisión, si no, acababan en la hoguera o el patíbulo de la plaza.
A las mujeres se les subía en un asno y se les paseaba completamente desnudas, con un capirote de colores y la barbilla inmovilizada para que no pudieran ocultar el rostro. Los nobles y privilegiados jamás eran castigados, como mucho se les desterraba a un convento o castillo.
Para los herejes la Inquisición utilizaba el llamado “juicio de Dios mediante el agua”. En la Plaza del Rey se colocaba una balanza enorme. En uno de los platillos se situaba una Biblia, y en el otro al supuesto hereje o bruja, si la persona pesaba menos que la Biblia se demostraba su inocencia. No se qué tamaño de Biblia utilizarían, pero no de extrañar que los barceloneses tuvieran pánico a todo lo relacionado con la brujería.
La escultura de la foto tiene por nombre Topos V y es de Eduardo Chillida. Se trata de una pieza robusta de metal que, jugando con el ángulo de la plaza, tiene también forma de ángulo cerrado por dos lados. En la parte superior está rematada por unas aberturas de forma semicircular; una forma que nos recuerda a los arcos de medio punto medievales como los que vemos en las ventanas de la torre-mirador de la plaza. Los arcos además se pueden leer como la B de Barcelona.
Hoy lo dejo aquí, en la próxima entrada os enseñaré el interior del Palacio y las ruinas del subsuelo histórico de la ciudad.