Hasta ahora los Pabellones son una de las pocas obras de Gaudí que no aún no se ha llenado de turistas. Una de las causas era que estaban pendientes de un lavado de cara, por lo que no se les hacía propaganda.
Pero ya les ha llegado el turno y el Instituto Municipal de Paisaje Urbano del Ayuntamiento de Barcelona se encargará de su restauración. Cuando esté acabada, a finales de 2016, se abrirá al público.
Pero ya les ha llegado el turno y el Instituto Municipal de Paisaje Urbano del Ayuntamiento de Barcelona se encargará de su restauración. Cuando esté acabada, a finales de 2016, se abrirá al público.
Los Pabellones fueron el primer encargo que recibió Gaudí de Eusebio Guell, quien quiso ampliar en 1883 la inmensa finca que su padre había comprado hacía algunos años en la zona de Pedralbes. En ella se encontraba la casa de veraneo de los Güell y las tierras de cultivo que la familia explotaba. La Finca tenía unas treinta hectáreas: bajaba hasta el actual campo del Barça (aún queda en pié la puerta frente a la Facultad de Farmacia) y subía hasta casi el monasterio de Pedralbes.
Las obras de reforma (1884-1887) fueron dirigidas por Joan Martorell y a Gaudí se le encargó una parte de las obras: proyectó el jardín y los pabellones de entrada a la finca por el camino que venía de la carretera de Sarrià, así como el cierre y los accesos a la finca.
Los jardines de la Finca son actualmente parte de los jardines del Palau de Pedralbes. Para esta obra, Gaudí se inspiró en el Jardín de las Hespérides, tal y como Jacint Verdaguer lo describía en su poema L'Atlàntida. El poema trata sobre el sueño de un joven Cristóbal Colón a quien un ermitaño le narró el fin del mítico continente de la Atlántida.
La entrada de los carruajes destaca por su enorme puerta de 5 metros, conocida como la Puerta del Dragón. Es un gran dragón encadenado en hierro forjado, que simboliza la bestia mitológica de Verdaguer, Ladón, el guardián del Jardín de las Hespérides que fue vencido por Hércules. Al morir, se convirtió en la constelación celeste del Dragón, y Gaudí diseñó la puerta de forma que, en el mes de abril, la posición de las estrellas quede en la misma orientación que muestra el dragón de hierro.
Encima del dragón, en el pilar que sujeta la puerta, puede verse un medallón con la G de Güell.
Y en la parte superior, coronando el pilar, un diseño floral que representa un naranjo. En el poema de Verdaguer, Hércules, después de matar el dragón, robó las naranjas de oro del jardín que custodiaban las Ninfas Hespérides.
Y en la parte superior, coronando el pilar, un diseño floral que representa un naranjo. En el poema de Verdaguer, Hércules, después de matar el dragón, robó las naranjas de oro del jardín que custodiaban las Ninfas Hespérides.
En recuerdo al héroe, Gaudí diseñó la fuente de Hércules que se encuentra en los jardines de Pedralbes. Y en recuerdo de las Hespérides, que al dejar que Hércules robara las naranjas fueron castigadas, en el jardín se plantaron las tres especies de árboles en las que fueron convertidas: un sauce, un chopo y un olmo.
El conjunto forma parte del patrimonio de la Universidad de Barcelona, que ha cedido el uso del recinto de los pabellones al Ayuntamiento durante 10 años a cambio de una compensación anual. Los trabajos de restauración y su coste serán asumidos por el consistorio, que espera recuperar la inversión con las visitas turísticas. Además el recinto albergará actividades culturales, científicas y educativas.
En 1969 los Pabellones Güell fueran declarados Monumento Histórico-Artístico de Carácter Nacional.
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